Al crecer la devoción popular a las Santas, el 28 de octubre de 1580, los vecinos de la Puebla solicitarán a su ilustrísima de Toledo, la celebración de la fiesta de las Santas. La devoción a las Santas fue incrementándose durante los siglos XVII y XIX y se les tributa culto, tanto con actos lúdicos como religiosos, así se manifiesta en la Novena.
En la mañana del primer lunes de pascua (fiesta variable) las Santas son llevadas por munícipes y clérigos a Huéscar, donde según la costumbre permanecerán 50 días. El lunes de Pentecostés, muy temprano las Santas son subidas por los devotos de Húescar a la ermita del Monte. Poco antes de la entrada de la ermita esperan el cura, los comisarios y devotos de la Puebla, al final se produce el encuentro y son entregadas a la 12 de la mañana.
Tras la misa, se cuentan anécdotas del día y se comparten buenos momentos en la degustación de cerveza y arroces que se prepara para la ocasión o con la familia y amigos en las diferentes mesas que se encuentran ubicadas por todo el paraje. Al tiempo, con mimo y mucho cariño, se preparan las andas adornadas con flores para llevar nuestras Santas a la Puebla de Don Fadrique.